Día a día, examinando la información que nos llega con cualquier medio (prensa escrita, televisión, radio...) es fácil comprobar un hecho que al menos se puede calificar de curioso: la creciente existencia de diferentes tipos de muros. Algunos físicos, otros ideológicos y culturales, pero que tienen en común su función de barrera más o menos efectiva en algunos casos: las vallas que delimitan la ciudades autónomas de Ceuta y Melilla; el muro electrónico que vigila la costa sur española; las leyes represoras de la inmigración; diferentes opciones políticas que se alimentan de la exclusión y que avanzan en ciertos lugares en el terreno de las urnas; la opresión de la deuda externa... Y del famoso muro de Israel ni hablemos.
Pero nos hemos acostumbrado también a hechos que entran en contradicción con los anteriormente citados: un mundo abierto por las nuevas tecnologías (internet, telefonía, cable, etc.); la globalización, con un mercado sin fronteras; el teórico avance de las instituciones internacionales especializadas en la mediación de conflictos...
De dicha contradicción tendríamos una primera visión de la realidad: que a este lado falta iniciativa para solucionar los problemas que existen al otro lado de dichos muros; que caen los muros del Este pero se levantan otros en el Sur; que los constructores tendrán mas facilidad para levantar dichos muros; que en ambos lados avanzan las sombras de la desigualdad y la violencia, etc.
La solución a dichos problemas pasaría por centrar el trabajo en extender ciertos valores en el mundo “global” y desarrollado; en hacer ver lo que existe detrás de esos muros y, en definitiva, derribar los muros porque sencillamente no hagan falta. Solo así iremos todos, globalmente, por el buen camino.
Pero nos hemos acostumbrado también a hechos que entran en contradicción con los anteriormente citados: un mundo abierto por las nuevas tecnologías (internet, telefonía, cable, etc.); la globalización, con un mercado sin fronteras; el teórico avance de las instituciones internacionales especializadas en la mediación de conflictos...
De dicha contradicción tendríamos una primera visión de la realidad: que a este lado falta iniciativa para solucionar los problemas que existen al otro lado de dichos muros; que caen los muros del Este pero se levantan otros en el Sur; que los constructores tendrán mas facilidad para levantar dichos muros; que en ambos lados avanzan las sombras de la desigualdad y la violencia, etc.
La solución a dichos problemas pasaría por centrar el trabajo en extender ciertos valores en el mundo “global” y desarrollado; en hacer ver lo que existe detrás de esos muros y, en definitiva, derribar los muros porque sencillamente no hagan falta. Solo así iremos todos, globalmente, por el buen camino.
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