Otro símil futbolero lo pudimos ver anoche. Desde la gloriosa final de París no respiraba ese aroma a "partido del siglo", aunque anoche los que se la jugaban no eran dos equipos de futbol, sino todos nosotros. Me reuní con unos amigos para ver el debate, el "encuentro", como si de una final se tratase. Y al acabar, la sensación era la del empate injusto, aquel en el que tu equipo tira una y otra vez mientras que el balón no se decide a entrar, ya sea por poco, ya sea dando al poste. He mantenido esa sensación, la de la victoria de Zapatero por los puntos, por el goal average, hasta hace escasos minutos.
Entonces ha sucedido.
Ha pasado así, de imprevisto, mientras comía escuchando las noticias. Sin avisar. Ha sido en ese preciso instante cuando he comprendido, cuando ha aparecido la realidad, cuando por fin me he dado cuenta de que el ganador de anoche, Zapatero, no lo fué por los puntos, sino que lo que obtuvo fué una clara victoria. No puede ser de otra manera.
He escuchado a Angel Acebes afirmar que el debate lo ganó Rajoy...