Hoy me apetecía escribir algo, cualquier cosa… cosas que todos pensamos pero pocos dicen.
Podría hablar de cuando deseas a alguien que no es para ti, de cómo nos han enseñado a desear continuamente y a deber desear continuamente. ¿Qué deseamos? No hay que tener la perspicacia del doctor Lecter para ver que lo que más deseamos es aquello que nos rodea, lo que vemos cada dia. Así, deseamos a aquellos con los que compartimos trabajo, estudios, ascensor o el tren de las 8:58.
Podría hablar de la dificultad de encontrar tu identidad entre lo que te rodea, pues aunque vayamos de sociedad moderna aun nos basamos en estructuras y sobretodo apariencias rígidas. Eso se nota en muchos aspectos, como cuando quieres cambiar de vida y no sabes como, ya que la presión estructural y social que todos soportamos pesa mucho, demasiado.
Dejando mis manos un poco mas a su aire se ponen a escribir acerca del retorno del cine cutre (ah, pero… ¿es que alguna vez marchó?): realmente los encargados de elegir las nominaciones a los razzies hacen un trabajo de chinos, intentando mostrar la auténtica punta del iceberg, y relacionado con el cine llegaríamos a la música que nadie confiesa que escucha (en eso se parece a las encuestas televisivas); la piratería que todos practicamos (las conversaciones sobre las películas o lp’s descargados amenazan a las conversaciones sobre sexo en cualquier centro de trabajo, sea un hospital, una línea de montaje o una ong…), las farras con los amigos, las farras de los que crees que son tus amigos y, lo que es peor, las farras con los que creen ser tus amigos; la rutinas tediosas de todo tipo de las que no podemos escapar (que si, que mantener un blog es puro entretenimiento, claro, claro…); las fantasías sexuales que no confesamos, las que no llevamos a cabo (y que confesamos menos aun); la política que nadie se cree, empezando por los profesionales del ramo, el terrorismo informativo (que tiene mucho de terrorismo y poquísimo o nada de informativo), la Letizia Ortiz, que nadie quiere porque es plebeya y va de reina (si, si, la primera reina de la historia que escribió mal su propio nombre), las ganas de estudiar carreras que no sirven para nada, la nueva cocina (cuyo precio y comestibilidad son inversamente proporcionales), la buena cocina (la de toda la vida, esa no te importa pagar su precio); las vacaciones que todos querríamos (y que son como los accidentes mortales, sólo les pasa a otros); los pijos (pero los que lo son de verdad, los otros, los que sólo lo parecen, ya tienen bastante, los pobrecillos); el golf que todo lo mata; el coche que queremos (y que nunca tendremos y, mucho menos, necesitaremos); el fútbol que no nos complace, ni lo hará mientras se nutra de mercenarios en lugar de deportistas besaescudos…
Seguiremos pensando…. y, quien sabe, diciendo.
Podría hablar de cuando deseas a alguien que no es para ti, de cómo nos han enseñado a desear continuamente y a deber desear continuamente. ¿Qué deseamos? No hay que tener la perspicacia del doctor Lecter para ver que lo que más deseamos es aquello que nos rodea, lo que vemos cada dia. Así, deseamos a aquellos con los que compartimos trabajo, estudios, ascensor o el tren de las 8:58.
Podría hablar de la dificultad de encontrar tu identidad entre lo que te rodea, pues aunque vayamos de sociedad moderna aun nos basamos en estructuras y sobretodo apariencias rígidas. Eso se nota en muchos aspectos, como cuando quieres cambiar de vida y no sabes como, ya que la presión estructural y social que todos soportamos pesa mucho, demasiado.
Dejando mis manos un poco mas a su aire se ponen a escribir acerca del retorno del cine cutre (ah, pero… ¿es que alguna vez marchó?): realmente los encargados de elegir las nominaciones a los razzies hacen un trabajo de chinos, intentando mostrar la auténtica punta del iceberg, y relacionado con el cine llegaríamos a la música que nadie confiesa que escucha (en eso se parece a las encuestas televisivas); la piratería que todos practicamos (las conversaciones sobre las películas o lp’s descargados amenazan a las conversaciones sobre sexo en cualquier centro de trabajo, sea un hospital, una línea de montaje o una ong…), las farras con los amigos, las farras de los que crees que son tus amigos y, lo que es peor, las farras con los que creen ser tus amigos; la rutinas tediosas de todo tipo de las que no podemos escapar (que si, que mantener un blog es puro entretenimiento, claro, claro…); las fantasías sexuales que no confesamos, las que no llevamos a cabo (y que confesamos menos aun); la política que nadie se cree, empezando por los profesionales del ramo, el terrorismo informativo (que tiene mucho de terrorismo y poquísimo o nada de informativo), la Letizia Ortiz, que nadie quiere porque es plebeya y va de reina (si, si, la primera reina de la historia que escribió mal su propio nombre), las ganas de estudiar carreras que no sirven para nada, la nueva cocina (cuyo precio y comestibilidad son inversamente proporcionales), la buena cocina (la de toda la vida, esa no te importa pagar su precio); las vacaciones que todos querríamos (y que son como los accidentes mortales, sólo les pasa a otros); los pijos (pero los que lo son de verdad, los otros, los que sólo lo parecen, ya tienen bastante, los pobrecillos); el golf que todo lo mata; el coche que queremos (y que nunca tendremos y, mucho menos, necesitaremos); el fútbol que no nos complace, ni lo hará mientras se nutra de mercenarios en lugar de deportistas besaescudos…
Seguiremos pensando…. y, quien sabe, diciendo.